Está lleno de políticos que en vida lo volvieron loco a Don Raúl y ahora no paran de elogiarlo.Aunque dejé en las tintorerías jirones de mi vida, soy y seguiré siendo el traje de Don Raúl Alfonsín.
Y como tal, estoy acostumbrado a que cada tanto aparezca algún ñato que quiera probarme y usarme.Ahora me toca Tío Alberto que anda por la vida disfrazado de Alfonsín vendiendo la remanida falsa admiración post mortem de mi Jefe. No es el único.
Está lleno de políticos que en vida lo volvieron loco a Don Raúl y después de su partida no se cansan de elogiarlo. Es un clásico. Todo político que quiere presumir de moderno y democrático lo primero que hace es hablar bien de mi dueño, elogiar su rol en la historia, tratar de robarse su prestigio y finalmente usarme a mi, el traje de Alfonsín.
En realidad, al gobierno de Don Raúl le hicieron 13 paros
generales y más de una huelga sectorial por día, lo emputecieron sin parar, le
sabotearon todas las leyes y lo terminaron sacando de la Casa Rosada escupiendo
sangre, como le gustaba decir al peronismo. La frase clave de aquel año 1989
fue la del entonces presidente electo Carlos Menem: “Yo ya estoy listo para
asumir, solo espero un gesto del presidente Alfonsín”. Y cuando Alfonsín
concedió el gesto que le pedían, le fabricaron la otra frase que siguen
repitiendo hasta el cansancio con acento riojano: “Me tiraron el gobierno por
la cabeza y tuve que asumir antes de tiempo”. Así nace el mito de que a este
país sólo lo pueden gobernar los peronistas.Mi dueño se tuvo que morir para que finalmente lo reconozcan
como el padre de nuestra democracia moderna. Y de ahí en más, su imagen la usa
cualquiera sin que nadie salga a defenderlo. Hasta Leopoldo Moreau se dio el
lujo de chorearle el nombre para fundar su propio kiosquito: Movimiento
Nacional Alfonsinista. Y está sentado al lado de Cristina, de los gordos de la
CGT, de La Cámpora y de De Vido, entre otros prohombres del radicalismo y del
alfonsinismo.Obviamente, fueron muchos años vistiendo a mi Jefe. Arrancamos
juntos en los 70 fundando el Movimiento de Renovación y Cambio como línea
interna de la UCR.Junto a Conrado Storani (padre de Fredy) enfrentamos y
perdimos contra la Línea Nacional liderada por Ricardo Balbín. Nuestra fórmula
era Alfonsín-Storani. Curiosidades de la época: si cambiás de lugar una “a” te
queda Alfonsina Storni. Cosas raras que pasan en el radicalismo. No es la
única. La presidencia de la UCR fue ejercida por Ricardo Balbín (desde 1959
hasta 1981), luego Carlos Contín (1981/1983) y finalmente Raúl Alfonsín.
Desafío a quien pueda encontrar una sucesión de presidentes consecutivos de
cualquier cosa cuyos apellidos terminen siempre en “ín”. Balbín, Contín, Alfonsín.
Imposible empatar esta.Durante la dictadura, Don Raúl se dedicó a defender presos
políticos. Me acuerdo que yo, como su traje preferido, siempre le decía que se
dejara de jorobar. Que hiciera como los Kirchner, que tambien eran abogados
pero se habían ido al sur y se dedicaban a desalojar a los pobres tipos que no
podían levantar sus hipotecas por la famosa 1050 promulgada por Martinez de
Hoz. Hagamos como ellos que les chupan un huevo los derechos humanos y se están
haciendo ricos en Río Gallegos, le rogaba yo a Don Raúl pero el tipo insistía
con el tema y hasta presentaba hábeas corpus. La guita que nos perdimos de
hacer. Mi Dios.
Durante la guerra de Malvinas, los militares fueron apoyados
por todos los sectores del país. ¿Todos menos quién?. Sí, otra vez el
cabezadura de Alfonsín que publicó una carta diciendo que la guerra de Malvinas
era una maniobra de la dictadura para esconder su fracaso. En lugar de ser más
vivo y hacer como Néstor que se fue a festejar la toma de Malvinas con los
milicos del Proceso (está la foto para quien quiera googlearla, paradito detrás
del general Guerrero), Alfonsín se puso a todos en contra. Otra vez sopa.
Después vino el 83 cuando enfrentamos a Luder y al PJ y
denunciamos el pacto sindical militar que garantizaba la autoamnistía de los
militares. Yo le decía, dejémonos de joder Raúl, vayamos de oposición que es
mucho más fácil pero no, el tipo insistió y llegamos a la Rosada. Y de entrada
nomás plantó lo que sería la piedra fundacional de nuestra democracia: la
CONADEP, el Juicio a las Juntas y el Nunca Más. Veinte años después, el kirchnerismo arrogándose la
condición de continuadores de Alfonsín, en 2003 plantaría su propia piedra
fundacional: Lázaro Báez y Austral Construcciones.Y al toque Néstor pronunciaría en la ESMA la frase que mejor
define su condición de impostores: “Vengo a pedir perdón en nombre del Estado
Nacional por la vergüenza de haber callado durante 20 años de democracia tantas
atrocidades”. Y de un plumazo intentaron borrar de la memoria los Juicios, la
CONADEP, Sábato, Magdalena, Fernandez Meijide, Klimovsky, Marshall Meyer,
Monseñor De Nevares, Strassera y tantos más.Inmediatamente Don Raúl recibió la llamada privada de Néstor
pidiéndole disculpas. Yo le rogué que aceptara las disculpas y que le
propusiera armar algún negocito con Cristobal, con De Vido, con Jaime. Hagamos
un sope Raúl alguna vez, le imploré. Pero nada. La respuesta de Alfonsín a
Kirchner fue contundente: “Usted habló en público, ahora pida perdón en
público”. Chau negocio. Obviamente, no se disculparon, ni Kirchner ni nadie. El
kirchnerismo nunca pide disculpas. Tampoco permiso. Recién cuando mi Jefe ya estaba muy enfermo, fue homenajeado
por el gobierno de Cristina. Tarde. Muy tarde.
Durante su gobierno Don Raúl quiso reformar la Constitución
y modificar el mandato de 6 años sin reelección por uno de 4 años con
reelección. Pero aclarando que él mismo se autoexcluía de esa reelección. Años después, con la venia de Alfonsín, Menem lograría esa
reforma constitucional sin autoexcluirse un corno, por supuesto. De hecho, en
1999 pretendió un tercer mandato consecutivo con la excusa de que el primer
mandato no valía porque había sido bajo la Constitución anterior. Un genio.Cristina quiso liquidar la Constitución en 2013 para hacer
posible lo que Diana Conti había definido como “Cristina eterna”. O sea, la
reelección indefinida, como hizo Néstor con la Constitución Provincial de Santa
Cruz. La frenó Massa, el otro Massa, el que era antikirchnerista
después de haber sido kirchnerista y antes de volver a serlo ahora. Aunque Tío Alberto me usa de traje y dice que él no quiere
cambiar la Constitución, su tropa no para de reclamar la reforma, sobre todo su
compañera de fórmula y dueña de los votos. Por eso en estos tiempos electorales de tanta ebullición y
donde suele volver a ponerse en juego los valores básicos de una República,
este viejo traje viene aquí a recordar las palabras inolvidables que en octubre
de 1983, hace 36 años, mi Jefe pronunció en el acto de cierre de campaña en la
Avenida 9 de Julio frente a una multitud sólo comparable a la que juntó Luder
al día siguiente. Justamente esta semana el genial Coqui Capitanich plagió y
repitió el mismo texto como propio, palabra por palabra, como si fuéramos todos
boludos y no nos acordáramos de aquel único e inolvidable momento de la
historia democrática argentina.
Difícil superar semejante truchada. Aquella noche, Don Raúl se me transpiraba todo encima y se
largó a decir que “si alguien distraído al costado del camino, cuando nos ve
marchar, nos pregunta, ¿como juntos? ¿hacia donde marchan? ¿por qué luchan?
tenemos que contestarles con las palabras del Preámbulo, que marchamos, que
luchamos, para constituir la Unión Nacional, afianzar la justicia, consolidar
la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general y
asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad
y para todos los hombres del mundo que deseen habitar el suelo argentino”.
Anotala Tío Alberto, antes de vestirte otra vez conmigo.
https://www.clarin.com/opinion/hola-alberto-traje-alfonsin_0_CcSYYbht.html
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