¿Por qué marchamos?

CECILIARUIZW

Como profunda admiradora de Mario Benedetti, tomo el título de uno de sus poemas y elijo algunos de sus versos para comenzar esta suerte de proclama por la verdad, la transparencia y la paz. Dice don Mario en “Por qué cantamos“: “si nos nuestros bravos se quedan sin abrazo/ la patria se nos muere de tristeza. Eso es lo que muchos argentinos hicieron y harán hasta el 27 de Octubre. En cada marcha vamos a abrazar a los políticos valientes que arriesgaron más de lo que pudieron estos años y evitar que el futuro se convierta en un abismo desde el cual será difícil retornar a la superficie. Marchamos por los principios republicanos, esos que un día y hace más de un siglo nos identificaban ante el mundo y por los cuales millones de inmigrantes decidieron sentar raíces en este suelo. 

Marchamos por los pobres que no tienen voz y han sido condenados al ostracismo de la indignidad por una casta política que los ha usado como estandarte para pasar por sobre ellos y así trepar la montaña de la codicia y la ostentación. Marchamos para devolver el sentido a la palabra “justicia” y para que el equilibrio natural entre el daño y la sentencia se logre sin especulaciones, sospechas o favores de ningún tipo. Marchamos por los valores en que creyeron nuestros próceres, quiénes concebían al bien común como única meta en sus vidas y procedieron en ellas con esa misma coherencia entre el ser y el parecer. Marchamos por un idealismo bien comprendido que guía la razón y la emoción de igual manera y lo acompaña una lista de sueños posibles basados en el esfuerzo, la fe y la paciencia. Marchamos por la educación y sus beneficios, porque estudiar no tiene contra-indicaciones y nos previene de ser víctimas de un clientelismo social que nos prohibe crecer por nuestros propios medios y promueve los atajos y la viveza criolla. Marchamos por la libertad de pensamiento y la construcción de la información de una realidad objetiva sin interlocutores que actúen como narradores hegemónicos y monoteístas defendiendo su versión como la única “moralmente correcta” porque sus líderes -para ellos- tienen rasgos pseudo-divinos. Marchamos porque nos agobió una cadena nacional de soberbia y relatos falaces y queremos seguir en la senda de la verdad por más dura que sea. Las historias grandes se erigen primero mirándonos como sociedad y aceptando lo que somos para comprender lo que queremos cambiar. Marchamos por aquellos cuyos destinos se vieron truncados por la sed de corrupción de los que una vez gobernaron, que ignoraron el mandato otorgado por el pueblo y sólo vislumbraron cuentas abultadas en el horizonte pero que hoy están manchadas con sangre y sus nombres son sinónimo de indecencia y atraso. Marchamos simplemente porque creemos en una idea de nación cuyos pilares se siembran durante momentos espinosos y se cosechan en abundancia con el tiempo y quizás esta sea la última oportunidad de torcer el rumbo de nuestro barco. Termina el poema don Mario diciendo: “cantamos porque creemos en la gente y porque venceremos la derrota / porque no podemos ni queremos que la canción se haga ceniza”. Yo no quiero que el futuro que deseo para mi país se haga ceniza. Por eso marcho. Por eso marchamos.

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