Mi Tierra por Lola Rawson

Columna

Al parecer todo confluye y se funde en lo diverso, y con el tiempo, el valor de lo auténtico prevalece, a pesar de los estigmas y las promesas.



“De mi tierra bella, de mi tierra santa, oigo ese grito de los tambores y los timbales al cumbanchar...” así arranca esta bella canción, primer corte del álbum que lleva su nombre “Mi tierra” y que el 22 de junio pasado cumplió 28 años.
Su autora, Gloria María Milagrosa Fajardo García, nació en Cuba, pero su familia al poco tiempo se exilió en EEUU, perseguida su familia por la dichosa revolución de Fidel Castro, pues su padre era guardaespaldas de la esposa del temible dictador Batista. Un nuevo absoluto que se instituye y persigue a los allegados del otro dictador, moneda corriente en la américa nuestra de los años 50. Heredó ese desprecio de los Castro y de sus condescendientes, y se incorporó a los tantos que responden a la regla general: “nadie es profeta en su tierra”.  Gloria Estefan (60), como hoy la conocemos, vendió 140 millones de discos y es considerada la “madre del pop latino”. El diario británico The Sun la ubicó en el puesto número 13 de las 50 cantantes que jamás serán olvidadas. Es multimillonaria. Ganó 7 premios Grammy, recibió la Medalla a la Libertad y el Premio Kenedy Center Honors. Sin embargo, nunca pudo volver a Cuba, al menos físicamente.
Los que tuvimos la dicha de pisar  la maravillosa “Reina del Caribe”, y pudimos adentrarnos en sus entrañas, en sus caminos de tierra y esperanza, sentimos que ya la conocíamos de antes. Será por esta canción, que tanto escuchamos: “…siguen los pregones, la melancolía, y cada noche junto a la luna sigue el güajiro entonando el son y cada calle que va a mi pueblo, tiene un quejido, tiene un lamento, tiene nostalgia como su voz…”, o por la caña de azúcar y el limón en su aire, sino tal vez, por su parecida pobreza a nuestro sufrido Tucumán, golpeado también por ese indecente absolutismo. Solo el mar azul, rodeando este edén parece diferenciarnos.
Después de mucho tiempo, las débiles radios comunitarias cubanas, no temen subir al aire las canciones de Gloria, en especial “Mi Tierra”, que sigue diciendo: “…y esa canción que sigue entonando, corre en la sangre y sigue llegando, con más fuerza al corazón…”.
Este pueblo extraordinario, alegre por naturaleza y oprimido por desgracia, lucha aun por su libertad y sigue alimentándose de la música, como néctar predilecto de supervivencia, y del espíritu de los artistas que, como la amada Celia Cruz, se fueron sin ver a Cuba libre y radiante.

 (c)- 2019







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