Carta Abierta al Señor Presidente
Sobre
llovido, mojado. Venimos mal desde hace tiempo y ahora la pandemia. Para
algunos una oportunidad para empezar de cero, para otros una complicación más
que se suma a las existentes. Unos piensan que todo empieza en China con un
murciélago, otros lo ven como la preparación de una guerra bacteriológica para
bajar el número de la creciente población mundial. Yo no sé, ni tengo
posibilidades de saberlo, por lo tanto no opino. El problema está y mata,
trayendo consecuencias que también matan. Cuando se prevé que el sistema
sanitario puede colapsar, decretar la cuarentena prolongada en el tiempo
buscando regular la cantidad de enfermos para garantizar su tratamiento,
aparece como sensato. Si debió comenzar más laxo e ir endureciendo más cerca
del pico con la llegada del frío, no lo sé y por lo tanto no opino. Segmentar,
escalonar, regionalizar, sólo puede hacerlo el gobierno, cosecharán las mieles
y los aplausos en los aciertos, pero no busquen puerta de escape si se
equivocan.
El
humor social en Argentina es muy volátil. De Gardel a perdedor, y de perdedor a
Gardel, en tiempos cortos. El tratamiento del default y de la deuda aparenta ir
por buen camino, con posibilidad de quita y plazos estirados. La pandemia y los
apoyos internacionales ayudan, hoy pasamos a ser una gota de agua en el
descalabro mundial. Pero sin embargo,
tenemos situaciones críticas, o con posibilidad de que lo sean, en el
ámbito de la salud, la economía, lo social y lo institucional. Si desde el
oficialismo se busca la mejor posición de tiro para eliminar la oposición y/o
desde la oposición se trata de debilitar al oficialismo apuntando a su
fracaso, se van a masacrar ambos y sería
un resultado buscado, pero arrastrarían a cuarenta y cinco millones de
argentinos a situaciones desgraciadas.
Hoy
los pilares de la república aparecen debilitados, carcomidos por errores de unos y de otros. Los partidos
políticos desmembrados y débiles, producto de falta de respuestas a la sociedad
y de errores cometidos.
Es
momento de definiciones, señor presidente, soy de los que creen que los errores
de la república se solucionan con más y mejor república y que las fallas de la
democracia se arreglan con más y mejor democracia. Que ninguna sociedad puede
llevar adelante un modelo de centro, de izquierda o de derecha si se apaña la corrupción,
si los organismos de control no controlan, se vacían, donde hijas ¨
controlan” a sus madres, sobrinos a sus
tíos y empleados a los jefes que ahí los colocaron.
Sr.
Presidente, hay una gran heterogeneidad hoy en los partidos, cada uno es un pequeño
universo con sus sectores internos que a veces arreglan y a veces confrontan
por tener posiciones o métodos distintos.
Soy
radical y eso me pasa en mi partido, Ud. Es peronista y sé que también le pasa
en el suyo. Todos sabemos de la heterogeneidad de su gobierno.
En
mi caso, sin piedras, sin gomeras, sin recursos, me esfuerzo por ayudar a que
se agrupen y organicen los que quieren república, con sus tres poderes
funcionando como corresponde, al igual que los organismos de control, que deben
terminar con la corrupción, devolviéndole credibilidad a la política.
Frente
a la necesidad sé que vamos despacio, que nos corren los tiempos, lo que me
preocupa, pero más me preocupa verlo a usted haciendo permanentemente
equilibrio. A veces es bueno y necesario, pero otras es inevitable decidir, y
el manejo de los tiempos importa mucho, suele marcar la diferencia entre la
victoria y la derrota.
Conozco
no sólo la propia heterogeneidad, sino también las otras. Dentro de mi partido
conviven las ideas de Alem, Yrigoyen, Larralde, Balbín, Illia, Alfonsín y
tantos otros. Pero también, la” Mona Chita” con alguna prole, así como también
algunos han dejado de mirar el horizonte privilegiando sus propias
conveniencias.
Tengo
innumerables amigos peronistas que se asquean con la corrupción y en mesas de
café lo dicen, son republicanos y demócratas pero no tienen barco para hacerse
a la mar. No hay un Antonio Cafiero o un Adam Pedrini, que entendieron que sin
unidad nacional, remando todos en una misma dirección, acordada previamente, no
se sale.
Un
Balbín y un Perón que intentan después de años de confrontación pacificar al
país con un abrazo.
Si
hoy no hay referentes de esta talla, deberán aparecer más pronto que tarde
porque los tiempos se acaban y los abismos se ensanchan.
Usted
es el Presidente de todos los argentinos, por lo tanto es el mío y así lo
asumo. Cuide a la gente, pero también a las instituciones, a la república, a la
democracia, a las libertades, y no se enrede con la corrupción. Si ese es su
camino tendrá muchos soldados que ,
aunque no lo votamos, estaremos dispuesto a acompañarlo.
Yo
soy lobo viejo, vengo de mil peleas y de una muerte que debe divertirse conmigo
porque no me lleva. Me jugué tantas veces cuando tenía una vida que perder, que
ahora que ya la viví, jugarme no cuesta nada. Prenda luces, defina posiciones
para saber en qué trinchera nos ubicamos, señor presidente.
LuisAlberto Cáceres
Dip.Nac. (M.C. 1983/85-1985/89)
ExConvencional Nacional Constituyente
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