Libros
Los
amores contrariados de sus padres inspiraron a Gabriel García Márquez, la que
sería su novela favorita y por la que, según decía, le gustaría que fuera
recordado, revive hoy y se embellece aún más por su vigencia.
El
amor en los tiempos del cólera se publicó en 1985, tres años después de
recibir Gabo el Premio Nobel de Literatura. Esta bella novela es un homenaje a los
folletines amorosos del siglo XIX protagonizada por Florentino Ariza y Fermina
Daza. El amor inocente y profundo hasta el delirio y la fiebre, el amor eterno
por no correspondido que se espera toda la vida, la espera compensada
«cincuenta y tres años, siete meses y once días con sus noches» después.
Hoy
45 años después, parecería que la escribió para nosotros, para estas
circunstancias que vivimos.
(Fragmento)
-“Capitán,
el niño está preocupado y muy incómodo debido a la cuarentena que el puerto nos
impuso".
-
¿Qué te preocupa, muchacho? ¿No tienes suficiente comida? ¿No duermes lo
suficiente?
-
No es eso, Capitán. No puedo soportar el no poder desembarcar y el no poder
abrazar a mi familia.
-
Y si te dejan salir del barco y tus seres Amados se contaminan, ¿cargarías con
la culpa de infectar a alguien que no puede soportar la enfermedad?
-
Nunca me lo perdonaría, pero para mí que inventaron esta plaga.
-
Puede ser, pero ¿y si no fue inventada?
-
Entiendo lo que quiere decir, pero me siento privado de mi libertad, Capitán,
me privaron de algo.
-
Y tú te privas aún más de algo.
-¿Está
Usted, jugando conmigo?
-
De alguna forma.
Si
te privas de algo, sin responder adecuadamente, habrás perdido.
-"¿Entonces
quieres decir, como dices, que si me quitan algo, para ganar debo privarme de
otra cosa?"
-
Exactamente, yo hice cuarentena hace 7 años atrás
-
¿Y de qué se tuvo que privar?
-
Tuve que esperar más de 20 días en el barco.
Había
meses en que ansiaba llegar al puerto y disfrutar de la primavera en tierra.
Hubo
una epidemia.
En
Porto Abril, se nos prohibió bajar.
Los
primeros días fueron duros.
Me
sentí como tú.
Pronto
comencé a enfrentar esas imposiciones, usando la lógica.
Sabía
que después de 21 días de este comportamiento, se crea un hábito, y en lugar de
quejarme y crear hábitos desastrosos, comencé a comportarme de manera diferente
a los demás.
Empecé
con la comida. Me propuse comer la mitad de lo habitual. Luego comencé a
seleccionar los alimentos más digeribles, para no sobrecargar el cuerpo.
Comencé a nutrirme con alimentos que, por tradición histórica, habían mantenido
al hombre sano.
El
siguiente paso fue agregar a esto una purificación de pensamientos no
saludables y tener pensamientos cada vez más elevados y nobles.
Me
propuse leer al menos una página cada día de una discusión que no conocía.
Me
puse a hacer ejercicios en el puente del barco.
Un
anciano hindú, me había dicho hace años que el cuerpo mejoraba al retener la
respiración.
Me
puse a respirar profundamente cada mañana.
Creo
que mis pulmones, nunca habían alcanzado tal capacidad y fuerza.
La
tarde fue la hora de la oración, el momento de agradecer a una Entidad Divina,
por no haberme dado, como destino, privaciones graves durante toda mi vida.
El
hindú, también me había aconsejado que tuviera la costumbre de imaginar que la
luz entraba en mí y me hacía más fuerte. También podría funcionar para los
seres queridos que estaban lejos, por lo que también integré esta práctica en
mi rutina diaria en el barco.
En
lugar de pensar en todo lo que no podía hacer, estaba pensando en lo que haría
una vez que llegara a Tierra firme.
Visualizando
las escenas de cada día, las vivía
intensamente
y disfrutaba de la espera.
Todo
lo que podemos obtener en seguida, rápido, no es interesante.
Esperar,
sirve para sublimar el deseo y hacerlo más poderoso.
Me
privé de comidas ricas, botellas de ron y otras delicias. Me habían privado de
jugar a las cartas, de dormir mucho, de practicar el ocio, de pensar sólamente
de lo que me estaban privando.
-
¿Cómo terminó, Capitán?
-
Adquirí todos esos nuevos hábitos. Me dejaron bajar del bote mucho más tarde de
lo esperado.
-¿Se
privó de la primavera, entonces?
-
Siií, ese año me privaron de la primavera y muchas otras cosas, pero aún así
florecí, llevé la Primavera, dentro de mí y nadie me la puede quitar.
Por
Gabriel García Márquez
Comentarios
Publicar un comentario