De delincuentes con trajes y pibes chorros

 La reconocida periodista tucumana Mariana Romero se despachó por las redes sociales con un profundo descargo luego de sus multitudinarias coberturas en vivo y lo que le tocó vivir en primera persona. Compartimos el texto.



Por mi trabajo, me cruzo con muchos delincuentes. Están, por ejemplo, en la Casa de Gobierno, en la Legislatura, en Tribunales. También me tocó conocer a uno que vivía en un country y varios que comandan tremendas empresas. Esos no llegan a Villa Urquiza, hay que ir a los lugares más ricos para verlos.

Los delincuentes también están en la calle, en el microcentro, robando celulares, pungueando, rompiendo vidrios.

Y en los barrios. También están en los barrios.

Es imposible reconocer a un delincuente por su apariencia física. Recuerdo a uno de traje y corbata, sus viajes opulentos a Miami y el poder que tenía en la provincia. Hoy está preso. Sí, es Hugo Sánchez. Otro, también impecable, profesional él, tez blanca, corbata cara. También está condenado. Eduardo Di Lella. Empresarios como Darío Amín, hoy purgando una pena de 22 años de prisión. Un asesino.

Recuerdo a Máximo Arreyez, musculoso, bronceado, con una vida envidiable en Mallorca, España. Para obtenerla, se fugó de Villa Urquiza colgado de una soga por el muro del frente del penal. Estaba condenado por asaltante, integraba una banda de "chicos bien" y terminó millonario con los botines. Hoy está en libertad y, si lo ves en un boliche, capaz que te enamorás.

Hay delincuentes empresarios, que nos envenenaron ríos y, por supuesto, no van a la cárcel. Lo arreglan con plata. No por izquierda, a ellos le dan "probations".

Hay políticos que atropellaron, mataron y abandonaron a una mujer. Fiscales que llevaron a la muerte a personas. Policías (una comisaría entera) que mataron a un peón rural, desnudaron su cuerpo, lo llevaron a Catamarca y lo tiraron por un barranco a que se lo coman los animales.

Hay motochorros de gorra y zapatillas, montados en motitos ruidosas. Y mecheras de calza y pelo amarillo.

Nunca podrías reconocer a un delincuente por su apariencia.

Si voy a la casa de Gobierno o a Tribunales, todos lucen más o menos igual. No podría saber si ese hombre de traje es un delincuente o un funcionario honesto.

Cuando uno va a un barrio, tampoco. No puedo saber si ese pibe flaco, con capucha es un ladrón o un pibe, por ejemplo, que toca el violín, está a punto de conseguir una beca en Mendoza e integra una orquesta. O si la mujer de ojotas es una transa o la señora que cría a un niño de una familia adinerada que poco conoce a la criatura y le encarga a ella hasta que vaya a las reuniones de padres del colegio bilingüe del nene.

Nunca podrías reconocer a un delincuente por su apariencia.

Entonces, lo que yo me pregunto es: ¿por qué la gente cree que Facundo Ferreira era "chorito"? Por el expediente no es, no hay ningún indicio ni sospecha de que el chico de 12 años haya estado robando. Por el barrio, tampoco: hace tres años que busco a alguien que me cuente un solo episodio en que el pibe se haya afanado aunque sea una tortilla de la panadería y no encuentro nada. Por los policías que lo mataron, tampoco. Ni siquiera ellos dicen que Facundo andaba robando. Es más, uno de esos policías sí es chorro: Nicolás González Montes de Oca está preso. Después de matar a Facundo, le afanó una cartera a una señora en Lastenia. Sí, policía y motochorro, así como lo oyen.

Por eso, mi pregunta honesta es ¿de dónde sacan la información de que Facundo andaba robando?

Mi otra pregunta es ¿qué clase de persona hay que ser para inventar una mentira así sobre un niño de 12 años, que además está muerto y no se puede defender?

Y, por último, una afirmación. En mis entrevistas nadie, absolutamente nadie va a venir a atacar a la víctima muerta. Así me quede sin trabajo, así me quede en la calle, a las basuras humanas que se meten con los niños y con los muertos no las voy a tolerar.

 

Por Mariana Romero

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