Se cumplen 152 años de la publicación del gran poema dramático de José Martí, “Abdala”. - Por Dayana Darias Valdés

 No debe haber cubano en el planeta que desconozca los versos de José Martí*. Que no confunda al Maestro con el Poeta Nacional y recite a viva voz alguno de sus Versos sencillos. Y es que, más que político, estratega, pensador, Martí fue un poeta.


El poeta es un señor que siembra palabras en la tierra, que abraza el interludio del sol y lanza sus rabias en lo blanco del papel. Martí fue ese hombre, narró de forma extraordinaria todo cuanto se ha escrito de amor, que es lo mismo que decir Patria.

El 23 de enero de 1869, el periódico La Patria Libre publicó el poema dramático Abdala. Su posición exótica y su amor juvenil a Cuba solo fueron el inicio de continuas publicaciones en las que el negro se convirtió en héroe y salió para siempre del teatro bufo (teatro popular cubano).

Cercado por un escenario histórico convulso, entre disparos españoles y machetazos mambises (combatiente al español), el joven Martí convirtió sus versos en la consigna de muchas generaciones. Creó un concepto al que ningún otro ha podido rozar en primacía a través de los años. Martí dijo: 

«El amor, madre, a la patria
no es el amor ridículo a la tierra,
ni a la yerba que pisan nuestras plantas;
es el odio invencible a quien la oprime,
es el rencor eterno a quien la ataca».


Abdala marcó el inicio de las ideas patrióticas de José Martí. En su obra literaria los símbolos del poder se oponen a otros que constituyen un leitmotiv. Y es este valor simbólico el que añade mayor connotación al aspecto autobiográfico, porque durante unos versos Martí y Abdala fueron uno:

«¡Oh, que dulce es morir cuando se muere 
luchando audaz por defender la patria!». 


No tenía Martí 16 años cuando Abdala vio la luz, y sus versos se convirtieron quizás en la narración cronológica de su vida. 

Más adelante, en una carta fechada en Nueva York el 15 de mayo de 1894, al tratar acerca de su futuro, le expresó a su madre con particular sencillez y a la vez con gran significación:

«Mi porvenir es como la luz del carbón blanco, que se quema él, para iluminar alrededor. Siento que jamás acabarán mis luchas».


De la misma forma que Abdala, resultado de su amor juvenil por Cuba, José Martí puso su vida al servicio de la causa de su pueblo, y en concordancia con sus principios estuvo en la primera línea de batalla.

Se enfrentó a la muerte en plena correspondencia con su modo de actuar y concebir su existencia. Cumplió con el precepto que había planteado en el Hardman Hall de Nueva York, durante el acto efectuado el 10 de octubre de 1890, cuando aseguró: «…el verdadero hombre no mira de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber; y ese es el verdadero hombre».



José Martí *  (biografía) 

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