Esta claro, que la politiquería partidaria tucumana deja mucho que desear, pero hasta en eso hay límites tolerables.
El impresentable y abusador de Bussi pretende jugar con la gente como si en verdad representara a alguien. La verdad es que su decadencia moral y política lo tiene preocupado y empieza a dar arañazos a quién pasa a su lado.
Lo hizo con el poder “justicialista” para intentar salvar su pellejo ante las severas denuncias que lo implicaron en al menos oscuros sucesos, cobrándose la histórica servidumbre con ese sector.
Lo hizo con algunos intendentes radicales mas interesados en sacar provecho propio que en otra cosa y en ese coqueteo se sintió a salvo solo por un momento. Bastó que se escuchara de fondo a los que no se entregan para desarmar el endeble castillo de naipes
Lo sigue haciendo cuando amenaza con lanzar su campaña, buscando aliados, cuando hace rato que vemos spot y afiches intrascendentes para la gente de a pié, pero que intenta confundir, alzándose como el integrador de algo que ideológicamente no se sustenta.
Lo hace cuando miente todo el tiempo, tratando de alguna forma que la gente olvide lo que en realidad es: una patética cría genética y política del asesino más grande de la historia de Tucumán.
por Lola Rawson
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