Reforma Universitaria de 1918, mucho más que un reclamo académico.- por José Ganim

 Argentina celebraba su Primer Centenario y se mostraba pujante al mundo. Transcurría el año 1918, durante el primer gobierno de Don Hipólito Yrigoyen, cuando estallaron los acontecimientos conocidos como la “Reforma Universitaria de 1918”. Un grupo de Estudiantes de la Universidad más antigua del país lanzaba a la sociedad una intempestiva sentencia: “Hombres de una República Libre, acabamos de romper la última cadena que, en pleno Siglo XX, nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica”. 



Así iniciaba la conocida declaración de principios de los estudiantes de la Universidad de Córdoba que se expresaba en rebeldía. Empujaba un cambio a la modernidad y exigía habilitar un modelo académico diferente a la educación vigente tan sesgada como excluyente de la elite conservadora. 

Esos estudiantes protestaban contra las prácticas autoritarias y dogmáticas de quienes dirigían la Universidad. Iniciaron una revuelta en las aulas y elevaron sus exigencias. Luchaban contra los programas de estudio anacrónicos, la falta de renovación del cuerpo de docentes y directivos y el ingreso vedado y prohibitivo a amplios sectores de la población. Ante la falta de respuestas, esas protestas se extendieron, pero ya en reclamo de profundas reformas. Motorizaban esto, unos cuantos dirigentes estudiantiles, de vertientes ideológicas muy diversas, pero a la que se sumaban cada vez más estudiantes, que ya a esa altura se definían como Reformistas. Se potencian las organizaciones estudiantiles y se recrean sus espacios deliberativos. La FUA, Federación Universitaria Argentina, se cristalizó justamente en este emblemático 1918, nucleando a las distintas federaciones y organizaciones estudiantiles de las universidades del país que por supuesto adhieren resueltamente a los reclamos y a la lucha de Córdoba.

Las autoridades locales minimizaron estas protestas y pretendieron retomar la normalidad de la vida académica e institucional con sus históricos y mañosos procederes.  

El 15 de junio de 1918, los estudiantes de la Universidad de Córdoba, impidieron la designación de Antonio Nores -perteneciente a la logia católica “Corda Frates”- como nuevo Rector. El fraude y el descrédito ya eran insoportables. Se continuaba ignorando la opinión y los reclamos de los estudiantes y declararon la huelga general, con movilizaciones por toda la ciudad. Y con un escrito que recorrió el mundo y marcó un hito histórico en la lucha por la democratización de las Universidades latinoamericanas: El Manifiesto Liminar, el documento fundacional de la Reforma Universitaria que se hizo público bajo la firma de Deodoro Roca. “Nuestro régimen universitario es anacrónico. La Federación Universitaria de Córdoba se alza para luchar contra este Régimen y entiende que en ello le va la vida. Reclama un gobierno estrictamente democrático y sostiene que el Demos Universitario, la soberanía, el derecho a darse el gobierno propio radica principalmente en los estudiantes”. 

Ya la Nación no era ajena a los disturbios en la provincia y debió tomar cartas en este asunto. El gobierno de Don Hipólito Yrigoyen envió a sus autoridades educativas para evaluar la situación y finalmente apoyó el movimiento e hizo suyos los postulados fundamentales de la Reforma Universitaria, impulsando además la legislación reformista pionera para una Universidad americana. Para entender esta desafiante e innovadora postura, 

No podemos dejar de recordar que sólo dos años antes, Don Hipólito, había asumido la presidencia como resultado de las primeras elecciones nacionales bajo el sistema de sufragio universal secreto y obligatorio, que justamente él impulsara. 

“Los Dolores que nos quedan, son las Libertades que nos faltan” expresaba el Manifiesto Liminar Reformista y calaba hondo esa frase en el pensamiento del entonces Presidente, que para llegar a ser electo por la voluntad popular debió recorrer algunas luchas similares, entre ellas, la conocida “Revolución Del Parque” que sucediera sólo unos años atrás, en un país que recién comenzaba a organizarse para hacer respetar los Derechos de sus Ciudadanos. 

En este sentido, los postulados de la Reforma Universitaria de 1.918 dejan ver los reclamos para garantizar esos Derechos y para entender este cambio de paradigma y visión de la Universidad:

La autonomía Universitaria política, docente y administrativa, condicionada fuertemente hasta entonces, por el Clero. La denominada “Casa de Trejo” rememora el nombre de la autoridad eclesiástica de sus orígenes, inspiración de Fray Fernando de Trejo y Sanabria, en junio de 1.613.

Co-Gobierno universitario La elección de todos los mandatarios de la Universidad por asambleas con representación de los profesores, de los estudiantes y de los egresados. 

Concursos Docentes La selección del cuerpo docente a través de concursos públicos que aseguren la amplia libertad de acceso al magisterio.

Periodicidad de las cátedras con limitación de mandatos con plazo fijado previo para el ejercicio de la docencia, sólo renovables mediante la apreciación de la eficiencia y competencia del profesor.

Libertad de Cátedra con la implementación de cátedras libres y la posibilidad de impartir cursos paralelos al del profesor catedrático, dando a los estudiantes la oportunidad de optar entre ambos dictados, anhelos que aún hoy es una realidad restringida en algunas carreras.

Universidad abierta al pueblo y que asume su Responsabilidad Social involucrándose con la realidad del país. Es lo que hoy llamamos Extensión Universitaria y que, por causas diversas y oscuros intereses, sigue minimizada y desvalorizada. En consecuencia, continúa éste como uno de los reclamos más actualizados y necesarios. No se puede explicar de otro modo la infame pobreza que sufren la mitad de los argentinos, los elevados niveles de desempleo o el escaso acceso al trabajo digno y bien remunerado. Ni hablar del deficiente estado del Sistema de Salud Pública, bombardeado incluso por una terrible pandemia que no hace más que demostrar su afligente precariedad, o los permanentes desatinos por una defectuosa gestión del sistema educativo y frente a todo esto, el exiguo compromiso y las escasas respuestas o aportes desde la Universidad Pública.

En 1918 la Universidad de Tucumán era aún provincial, al igual que la del Litoral. Y entonces, no es casual que estas dos universidades, al calor de la Reforma buscaran la nacionalización bajo estas premisas y aún se nota esta impronta en sus trayectorias casi paralelas. El primer Rector Reformista en Argentina fue justamente elegido en nuestra UNT, el Dr Julio Prebisch y desde ese momento se marcaba un rumbo progresista en la educación y en la sociedad tucumana. El desafío quedó trunco y nos espera. Las utopías, a la vuelta de la esquina.

La Reforma Universitaria del 18 tuvo alto impacto. Se convirtió rápidamente en un certero movimiento en todo el país y su influencia se extendió casi de inmediato a México, Perú y a los demás países de América latina. Hoy, recordando las jornadas de Córdoba, nos comprometen los desafíos y los dolores que nos quedan “Creemos No equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten, estamos pisando sobre una Revolución, estamos viviendo una hora americana”

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