_¿Qué haría si me quedran cinco minutos de vida? No es la primera vez que un Borges se ha formulado esa pregunta-. Mi abuelo, el coronel Borges, debió preguntarse lo mismo en el año 74, cuando, después de haber perdido el combate de LaVerde, decidió dejarse matar. Según Eduardo Gutierrez, lo que hizo mi abuelo en aquellos cinco minutos de su historia fue envolverse en un poncho blanco, montar en su caballo (blanco también), y avanzar solo hacia el campo enemigo para buscar la muerte. La determinación de mi abuelo no me sirve a mí para nada. ¿De qué me valdría ponerme un poncho blanco, si yo nunca habré perdido ninguna batalla, puesto que no soy militar? Loque yo trataría de hacer, si tuviese valor, sería olvidarme de todo mipasado, incluso de mi abuelo y su final de suicida; olvidarme de mi mismo, y observar cómo es el principio de la muerte, cómo la muerte se va apoderando de la vida hasta aniquilarla. Posiblemente, mi experimento resultaría tan vano como cuando, de niño, quería ver el momento en que uno pasa de la vigilia al sueño: siempre que estaba a punto de asistir al milagro, me quedaba dormido.
J. L. Borges
* De Leoplan, Buenos Aires, año XXIII, N°554, 1 de abril de 1957
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